Palabras que arden,
entre vientos pasados
y el sol de una tarde.
Aguas que corren,
por las alcantarillas de la memoria,
ensuciadas por mentiras y escoría.
Solitaria luna que sale de su guarida,
pero brilla brevemente,
pues al día siguiente,
se la olvida.
Un pájaro al amanecer de una mañana fría.
Un despertar amargo, lleno de melancolía.
Una vida rota que al volver a usarla,
después de hacerle un torpe apaño,
no resiste a dar la espalda,
se tuerce y vuelve al daño.
No volver a usar la imaginación,
contar solo la realidad y la razón.
Beber ideas sin sentido,
sin unir las formas ni el colorido.
Preguntar de corazón,
y contestar sin compasión.
Cansarse del cariño,
olvidarse de lo bonito, de lo lindo.
Un nudo en la garganta,
una presión en el pecho.
Unos recuerdos rotos,
un pasado velado.
Un silencio incómodo,
un vacío sin antónimo.
Un hablar por hablar,
asentir sin escuchar.
Una madeja de incógnitas,
sin respuestas insólitas.
Sollozar en la almohada
o tirar la toalla.
Un ardor mezclado con saliva,
más abajo de la campanilla.
Un ceño fruncido sin intención.
Un poema que perdió la emoción.
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