Esta es la historia de una persona que empezó a olvidar, todo cuanto había a su alrededor,
no por gusto, ni por propia decisión, como muchas otras personas.
Su memoria comenzó a fallar, su mente iba y venía sin voluntad.
No era capaz de controlar lo que hacía, era otro, o al menos eso creía.
Tenía ante sí un porvenir confuso, lo que le ocurría era lo mismo que a otros muchos.
Su cabeza le traicionaba, hasta que despertó un día y comprendió que ahí la cosa no acababa.
Era hora de actuar, de una elección determinar.
No para solucionar nada, pues ya le habían dicho que de curarse se olvidara.
Pero no quería de sus recuerdos despedirse, sabía que no podía evitarlo pero, al menos, quería dejar algo de sí antes de "irse".
Abandonaría su consciencia para siempre, tarde o temprano su cerebro se quedaría casi inerte.
Empezó a aprovechar sus momentos de lucidez, para dejar huella de su vida mientras la recordara con nitidez.
El momento tan temido se acercaba, y aunque bien fingía que no le intimidaba, sabía que lo que sobre sí mismo se cernía, era algo que todos sus seres queridos sufrirían. Y más que la incertidumbre por qué sería de su persona, lo que le atormentaba era que los demás pagaran la "broma".
Dejó todo listo para lo que le esperaba, "preparado" para afrontar la próxima parada.
Y así, con todo el coraje del que fue capaz,
se enfrentó a su destino,
lo último que haría consciente de la realidad.
*Esta es la historia de muchas personas, que han perdido su vida sin morir.*
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué opinas?