viernes, 31 de diciembre de 2010

Sobreviviendo a los años

Nunca comprendemos lo importante de verdad, olvidamos a los nuestros, por simplemente no pensar.
Sabemos que estar solo nos debilitará, y que otras veces es la libertad.
Van pasando los años, avanzamos cada día sin mirar, caemos en cada estanque, cada bache, cada zanja, cada puta mina.
Lo sentimos, nos callamos, aguardamos, nos reimos, o lloramos, nos jodemos y aguantamos.
Esto acabará, sin pausas, sin medias tintas, previo aviso, ni permiso.
Volveremos a olvidar, soñando con nuevas cartas, nuevas vidas, que volveremos a perder, a llorar, a olvidar o recordar.
Somos simples marionetas que acaban en cenizas, sin lujos, miedos o prisas.
No atrapamos los momentos, no mimamos nuestros sueños, obviamos lo que vemos, no sabemos qué perdemos.
No esperemos un año nuevo, saboreemos el momento. No amemos a la nada, no culpemos a quien nos ama.
Que allá donde estemos, el final del camino siempre tenga otra puerta, tocando el cielo y nuestras memoria.
Que allá donde vayamos o nos quedemos, no nos desviemos del rumbo, y encontremos el camino de vuelta.
Es cierto, no siempre hay salida de todo, por mucho que la busques.
No hay esperanza siempre en todo, ni vida justa para unos ni otros.
Los años no cambian nada, y a veces nosotros tampoco.
Solo a nuestro alcance hay una cosa: sobrevivir, aunque no sea un camino de rosas.