Después de tanto tiempo aguantando,
de ser lo más fuerte posible,
casi invencible,
sin del todo conseguirlo.
Después de años de lucha,
de miedos y disgustos, de angustia.
Explotó.
No pudo más.
Se "rindió".
No desistió, en absoluto.
No abandonó, jamás.
Pero sí, se derrumbó.
En un día cualquiera,
en una hora nada especial,
unas lágrimas cayeron,
desembocando en muchas más.
El dolor contenido,
la vida robada,
momentos perdidos.
Todos se transformaron en agua salada,
como el mar.
Una gota tras otra recorría su camino,
seguía y no paraba,
hasta llegar a su cruel destino.
El miedo y cansancio
son una mala mezcla,
se convierten en más daño,
algo que aún más afecta.
Deseaba tantas cosas que nunca poseerá...
Son cosas básicas, nada material.
Añora viejos tiempos,
añora otra vida.
Esa en la que todo esto se le antojaba lejos,
en la que por la desesperación no era perseguida.
Imposible contenerse,
era para ella,
ni así misma conseguía comprenderse,
por más que quisiera.
En sus ojos se veía la tristeza que albergaba,
no existía ningún tipo de consuelo,
por más que lo intentaran.
Por lo que lloraba,
por lo que sufría,
era algo sin solución,
algo que por dentro morir le hacía,
algo que no entendía de compasión.
He ahí la desesperación.
El ser humano, es la lucha continua contra la desesperacion, pero en ello haya la vida.
ResponderEliminarUn Saludo