Cuan cruel es el dolor, que hiere inesperadamente,
llenándote de un ardor a la vez frío intensamente.
No te mata al instante no es nada apremiante.
Va lento y sutil, con un bello matiz.
Se esconde en las esquinas, afilando sus garras finas.
Te acecha cual leona, vigila a su presa, se obsesiona.
Te caza en cualquier momento, le da igual la fuerza del viento.
Mata desgarrando, da igual qué esté pasando.
No da la cara, solo la vida arranca.
Y mientras esperas lo inevitable, no piensas en desangrarte.
Qué más da lo que te pase, no lo puedes evitar.
Tu mundo está en desfase, ya no quieres ni gritar.
Y es que solo importa lo perdido, lo que ya está en el olvido.
Lo feliz que eras, o podrías ser.
Pero ya ha vuelto otra vez. Y dices: "¿qué te esperas?"
Pues si del todo no lo superas, tarde o temprano volverá,
de lo bueno te apartará, y a la soledad te arrastrará.
Produciéndote la tortura, ver todo desde la amargura.
Ver a los demás seguir su propio curso, y tú quedarte sin rumbo.
Contemplar cómo gira el mundo, y tú quieto cual muro.
Y es entonces cuando en el fango te sumerges.
Y te dejas a tu suerte.
Puede que algún día resucites,
pero para ello los temores y dolores conviene que te los quites.
llenándote de un ardor a la vez frío intensamente.
No te mata al instante no es nada apremiante.
Va lento y sutil, con un bello matiz.
Se esconde en las esquinas, afilando sus garras finas.
Te acecha cual leona, vigila a su presa, se obsesiona.
Te caza en cualquier momento, le da igual la fuerza del viento.
Mata desgarrando, da igual qué esté pasando.
No da la cara, solo la vida arranca.
Y mientras esperas lo inevitable, no piensas en desangrarte.
Qué más da lo que te pase, no lo puedes evitar.
Tu mundo está en desfase, ya no quieres ni gritar.
Y es que solo importa lo perdido, lo que ya está en el olvido.
Lo feliz que eras, o podrías ser.
Pero ya ha vuelto otra vez. Y dices: "¿qué te esperas?"
Pues si del todo no lo superas, tarde o temprano volverá,
de lo bueno te apartará, y a la soledad te arrastrará.
Produciéndote la tortura, ver todo desde la amargura.
Ver a los demás seguir su propio curso, y tú quedarte sin rumbo.
Contemplar cómo gira el mundo, y tú quieto cual muro.
Y es entonces cuando en el fango te sumerges.
Y te dejas a tu suerte.
Puede que algún día resucites,
pero para ello los temores y dolores conviene que te los quites.
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