miércoles, 10 de febrero de 2010

ENTRE AMIGAS

- Hoy confío más en tí que en mí.- Me dijo mirándome, suplicante, a los ojos. Esperaba respuestas, llevaba años buscándolas, pero lo más que había logrado eran muchos portazos en las narices, y demasiados dolores de cabeza.

-Alguien comentó un día que la valía de una persona no está en ella misma, sino en sus actos.- Le dije, intentando infundarle confianza.- Has luchado todo este tiempo. No es hora de rendirse, y tú lo sabes.

-Hay que ver, qué cosas dices. Cualquiera te lleva la contraria…- Bien, le estaba levantando el ánimo.

-¿Y bien? ¿No me vas a hacer caso?

-Qué bien me conoces. Pareces amiga mía y todo.- “Genial”, ahora me estaba vacilando. Esto iba a ser más dificil de lo que imaginaba.

-Mira, sé que esa actitud viene del miedo y el cansancio, y es lógico, lo comprendo, pero ahora no puedes… no debes rendirte. No has llegado hasta aquí para esto.- Tenía que sacar la artillería pesada. Entendía lo que estaba pasando, era muy duro, pero no podía dejarlo ahora. Yo la ayudaría en lo que pudiera, como hasta ahora, pero era ella quien tenía que hacerlo. Tenía que continuar fuerte. Debía hacerlo, por su vida.

- Bla, bla, bla…- dijo, poniendo los ojos en blanco. Me estaba empezando a mosquear. Vale que estuviera jodida, pero, ¡que quería ayudarla!

-Oye, mira, si vas a empezar así…

-No, no. Perdona, estoy muy nerviosa, solo eso.

-Hazme caso de una vez.

-Lo sé. Pero me temo que todo lo que me estás diciendo no va a acabar en un “no te preocupes por nada, yo me encargo de todo”.- Qué mal imitaba mi voz.

-Sabes que eso no va así. Te apoyaré en todo, seré tu refuerzo. Lo que necesites, como hasta ahora.- Me acerqué a ella, me senté a su lado, y apoyó su cabeza en mi hombro. Noté cómo sus lágrimas mojaban mi camiseta.

-Gracias.- Tenía la voz rasgada.

-Todo el mundo tiene sus momentos bajos. Para eso están los amigos, ¿no?- Levantó la cabeza un momento, me miró a los ojos, no hizo falta más. Volvió a apoyar su cabeza contra mi hombro izquierdo, y yo le acaricié el pelo, sabiendo, que la decisión ya estaba tomada.


Al día siguiente, recibí una llamada de mi amiga, todo se había solucionado. Su marido había muerto.
Jamás revelaré los detalles de nuestra conversación telefónica. Mi versión siempre será “fue un accidente”.

6 comentarios:

  1. ese final me ha sorprendido mucho. me gusta :)

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  2. Un gusto siempre leerte..


    Un abrazo...
    Saludos fraternos..

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  3. Espero que tuviese un motivo de peso para tal solución...

    Soprendente final :)

    Besos

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  4. Ahí estaba el asunto, en q no os lo esperáseis (ja ja). Me alegro de q os haya gustado, de verdad. Motivos, motivos... el suspense queda mejor, ¿no? xD

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  5. La verdad, esperaba cualquier final menos ése. Sorprendió!
    Gracias por el premio, Rebeca, estuve unos días unplugged :)
    Besos!

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  6. De nada Nina. Me alegro de q t haya sorprendido, parece q no soy tan mala escribiendo! ja ja.

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