sábado, 20 de febrero de 2010

UN MUNDO RESIGNADO

Mira a los lejos el cielo tan inmenso,
observa como crujen los mundos sin quererlo.

Recita entre palabras lo que piensas en verdad,
recuérdale tú siempre, lo bueno acabó ya.

Y explícale cómo no duele el dolor,
díselo a este tonto corazón.

Mis palabras nunca sirven,
se rompen en pedazos,
alegres o sean tristes,
solo cuesta abajo.

No importa el por qué de las cosas,
no importa, no,
solo mirar debajo de las alfombras.

Y mírame, no soy tan cruel,
solo valgo para apagar colillas,
y escúchame, soy el humo que acabó entre mis costillas.

El aire puro solo quema mis pulmones,
ya acostumbrados a respirar el fuego de las calles;
no importa si vienen, pues, millones,
como siempre no llegarán medias verdades.

Las tiritas se quedaron empapadas,
de una sangre que antes eran simples lágrimas.

No importa si las heridas me escuecen,
pero no me engañes, ven de frente.

No hay remedio ya aparente,
no hay persona que lo encuentre.

Dejamos de buscar hace ya tiempo,
dejamos de esperar soluciones milagrosas con el viento.

Olvidamos la solución antes de enfrentarnos al problema,
nos separamos demasiado para poder ganar la “guerra”.

La humanidad se hundió a sí misma
justo en el instante que creyó estar en la cima.

Y ahora todos,
resignados,
avanzamos poco a poco,
intentando ser salvados,
sin dejar atrás los grandes errores de la vida.
Vaya ironía.

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