viernes, 5 de marzo de 2010

EN LA ISLA ABANDONADA

Postrada en la cama estaba la muchacha,
que nunca pensó en acabar así.
Luchaba y luchaba,
pero nunca llegó el final feliz.

Los cuentos de los que tanto hablaban,
de carne y hueso no los llegó a descubrir.
Muerta en vida jugaba a solas a querer vivir.

Pero sola siempre estaba,
en la isla abandonada,
de su dolor la compañía no faltaba,
solo tristes palabras de querer ella esperaba.

Llorar no es malo,
sobretodo si no tienes con quién ahogarlo.

Olvidarse sí es diablo,
dejar atrás cuanto lastre,
por no mirar de lo que hablo,
y a escuchar y respetar, sentarse.

No era vieja,
era flor de primavera,
mal regada entre las rejas,
descuidada y sin pensar en ella.

No se quejaba de abandono,
no pedía más,
solo vivía entre el dolor, no poco,
solo se quería salvar.

Era cosa del resto,
poder pensar sobre esto.

Era cosa de otro mundo,
no olvidarse de lo que trataron como un bulto.

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